La historia del EGTK en la voz de sus gestores
17 años después, el diálogo de Álvaro y Raquel*
Fue en el programa Medios y Mediaciones, del canal universitario. Ellos acababan de salir de la cárcel y en el diálogo cuentan la historia del Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK).
Por Sandro D. Velarde Vargas
Aquí no hay arrepentimiento de
nada y de hecho, hemos salido de la cárcel
no porque nos hayamos arrepentido, sino porque hemos logrado generar un
movimiento de solidaridad y de respaldo a nuestras demandas. (Álvaro García
Linera)
Álvaro García Linera (AGL) y
Raquel Gutiérrez Aguilar (RGA) estudiaron juntos matemáticas en la Universidad
Autónoma de México (UNAM). Allí se enamoraron entre sí, pero también de las
causas guerrilleras en Centroamérica. Con esas ideas, regresaron a Bolivia:
Álvaro a su país, Raquel, al de su nuevo compañero de vida. En el altiplano
conocieron a Felipe Quispe, El
Mallku, y conformaron el Ejército
Guerrillero Túpac Katari (EGTK).
La siguiente entrevista fue hecha
a ambos hace 17 años, poco después de que salieron de la cárcel. Fue difundida
en el programa Medios y Mediaciones, del
canal universitario.
P. ¿Cómo se conocieron?
RGA: Estudiábamos en la misma
universidad. Era la década del 80, un tiempo de mucha efervescencia, sobre todo
en América Central. Yo participaba activamente en las campañas de solidaridad
con El Salvador. Entonces ahí nos conocimos como estudiantes y en la actividad
política de los medios estudiantiles.
P: ¿Cómo se vinculan unos matemáticos con los movimientos sociales?
AGL: Eso es un poco extraño ¿no?
El ámbito de la matemática, algo abstracto, y el de la lucha política, que
requiere mayor sensibilidad con los hechos prácticos de la sociedad. Tanto ella
como yo hemos buscado cómo integrar esos
dos niveles de la reflexión. A la vez, tanto ella como yo ya traíamos una trayectoria previa de
involucramiento en las luchas sociales. Yo salgo bachiller en 1981.
P: ¿De qué colegio?
AGL: Del "San Agustín”, un
colegio de padres agustinos. Ya era una época en la cual se había vivido la
reconquista de la democracia. Había luchas callejeras, una revitalización de la
COB. Yo soy criatura de esa época, una etapa de mucha politización, de un
ascenso popular, y eso va a marcar mi trayectoria. Pero, además, no olvides que
el 79 vamos a vivir directamente el
primer gran cerco aymara de fin de siglo, contra las medidas de Lidia Gueiler.
Genaro Flores va a encabezar una gran movilización, entonces eso va a ser para
mí muy impactante, va a marcar mi trayectoria intelectual durante los siguientes
20 años.
P: ¿Eran marxistas?
RGA: Sí, básicamente, aunque
habíamos tratado de hacer una revisión crítica de muchas experiencias
históricas. Habíamos prestado bastante atención a la revolución rusa, la china,
la vietnamita, tratando de ir estudiando variantes del marxismo y de las formas
de presentación de las reivindicaciones armadas, emprendidas en esos lugares.
Entonces éramos marxistas, pero usábamos
el marxismo como herramienta de comprensión de la realidad y lo enriquecíamos. Teníamos un espíritu
bastante abierto.
AGL: Yo vería dos grandes
corrientes, que han permitido formar nuestro pensamiento. Uno es el marxismo, pero no el marxismo que manejaba gran parte de la izquierda en
este país. Siempre la hemos visto con mucho desprecio desde que yo tengo 18
años...
P: Estamos hablando del Partido Comunista…
AGL: El Partido Comunista, el
POR, el PS-1, el MIR, toda la fauna de siglas que había en esa época. Yo
particularmente las veía con un desprecio memorable por la ignorancia, el
esquematismo y el carácter rígido de ese
pensamiento. Es más, yo siento que en Bolivia no ha habido izquierda. A
excepción de las obras de Zavaleta, en Bolivia toda la izquierda ha sido
nacionalista. Entonces, hubo un esfuerzo permanente mío, desde colegio, de
conocer el marxismo. Lo primero que encuentro es que toda la izquierda se había
movido bajo un marxismo de manual, de receta. Yo lo vi como una tremenda
deficiencia. Por eso es que nunca voy a militar en un grupo de la izquierda
oficial. Y cuando regreso de México, junto con otros compañeros, vamos a formar
otro grupo. Pero entonces sí reivindicamos, y sigo reivindicando, un marxismo,
pero no el de esta izquierda anquilosada, sino un marxismo crítico ante la
realidad, que busque permanentemente las condiciones de posibilidad de superar
el orden existente a partir de las propias características. Veo a la izquierda
incluso en la actualidad como decadente y compuesta por fieles, no por
investigadores y luchadores, y he ahí gran parte de los fracasos.
La otra corriente, en particular para mí, es
la corriente del indianismo-katarismo. A través de ésta, que emergió en los
años 70, pude aprender a conocer la
parte oculta del país, su parte sustancial, la auténtica, la verdadera, la más
fuerte. Además esa parte me permitió involucrarme
en la vida de las mismas comunidades e intentar teorizar, reflexionar sobre sus
potencialidades políticas.
P: ¿Cómo se vinculan al EGTK?, ¿cómo es que deciden ser guerrilleros?
AGL: Yo ubicaría al EGTK como la
culminación de una gran oleada indígena campesina que nace en los años 70.
Primero a nivel cultural, radial, deportivo, sindical, político, electoral. A
partir de los 80, los dirigentes y los caudillos del indianismo katarismo van
defeccionando, van siendo sobornados por ONG, por partidos. Entonces se da una
oleada de indígenas aymaras, miles, que se van radicalizando y eso va a dar
lugar a la constitución de una estructura política clandestina que va a ser el
EGTK.
RGA: Hay además una larga
experiencia organizativa mucho antes del EGTK. Desde el año 84 teníamos dos
líneas muy claras: por un lado en las minas
y por otro lado, con los grupos que venían de Movimiento Indio
Túpac Katari (MITKA). Se consolidan dos
grandes bloques que era lo que se llamó la "Ofensiva Roja”, un grupo
interesante de discusión y propaganda política. Era un grupo con presencia
pública en eventos, a nivel sindical, a nivel de masas y trabajaba mucho en
difusión de ideas. Entonces fueron varios años, cinco o seis años de trabajo
arduo en minas, aunque eso se erosiona después del decreto 21060 por la
relocalización. Además hay un trabajo con los "ayllus kataristas” y
después: "ayllus rojos”. Era un trabajo de difusión y organización amplio
y previo al EGTK.
AGL: Quisiera aclarar lo que
decía. El EGTK no fue ni básica ni
fundamentalmente una organización militar.
La parte armada, clandestina, fue un
elemento, pero en medio de otra serie de actividades. Cuando uno se refiere al
EGTK tiene que hablar de actividades de participación en los congresos
campesinos, mineros, de la COB, en la elaboración de textos, de documentos,
miles de folletos, decenas de libros. En esa época Raquel escribió dos libros,
Felipe Quispe, dos; yo dos o tres libros. También es una estructura de
propaganda y de actividad sindical en el campo. La inmensa mayoría de los
activistas del EGTK van a recorrer las comunidades haciendo cursillos,
preparando sindicalmente a las personas, fortaleciendo la estructura comunal,
especialmente en el altiplano paceño, el Norte Potosí y las zonas campesinas en
Sucre. Una parte va a comenzar a entrar a Cochabamba, hasta Tapacarí, Arque,
Bolívar y el Chapare.
P: ¿Cuándo surge la relación con Felipe Quispe Huanca?
RGA: Muy temprano, en el 84.
AGL: A partir de él, nosotros
vamos a poder acercarnos a las comunidades. Va a ser un aprendizaje mutuo. Él
se va a incorporar al trabajo obrero y minero que teníamos abierto nosotros
desde el 83 y, por ejemplo, ha
participado en la marcha por la vida con los mineros. Ha dado cursos en las
minas: Siglo XX, Catavi, Bolívar, Caracoles, cargando su video y sus folletos
para dar cursos de sindicalismo. Pero cuando hay un debilitamiento del
movimiento minero por el 21060, él nos lleva a las comunidades, que él conocía
muy bien. Entonces nos va a enseñar a conocer, a caminar, a entender este
mundo.
P: ¿Estaban preparando la lucha armada?
RGA: Lo veíamos como una
preparación para un levantamiento general. Sentíamos que no era posible que
continuaran perviviendo esas estructuras de opresión colonial, esas formas de
extracción de excedentes.
P: ¿Qué tipo de levantamiento?
RGA: Nos imaginábamos que a
través de esta red de politización tan integral en términos de difusión y de
organización podíamos tener un
levantamiento de las comunidades, donde se tomará el territorio y se desconociera
el otro poder.
P: Pero para tomar territorio, hay que tener armas.
AGL: Nuestros modelos eran Túpac
Katari y Zárate Villca. No pensábamos en un grupo de compañeros bien
intencionados, que van a organizar a la gente para arrastrarla tras un
ejército. No. Nuestro modelo era una gran sublevación indígena de comunidades,
hombres, mujeres, abuelos, niños que asumen el control territorial, toman el
poder local, extienden sus redes a nivel departamental, cercan la ciudad y toman el poder, apoyados por el movimiento
obrero y popular organizado. Esa siempre fue nuestra intención. Y entonces el
EGTK no buscaba conducir esa
movilización, sino reforzar, preparar, promover
y difundir la necesidad de la rebelión, con la posibilidad de que
quienes ejercieran el poder político fueran los propios comunarios y
comunarias, a través de sus estructuras organizativas: los sindicatos y los
ayllus.
P: ¿Hubo preparación táctica militar?
AGL: La hubo, pero con medios muy
rudimentarios. Jamás pedimos limosna al extranjero. Nunca se pidió ayuda ni se
tuvo vínculos con otras organizaciones armadas en Latinoamérica, porque
sentíamos que su pensamiento, su estrategia, no coincidía con lo que aquí
pensábamos hacer. Veíamos ahí un vanguardismo exagerado.
P: ¿Cómo se financiaban?
AGL: Varias vías. En primer
lugar: el gasto del excedente autónomo de las propias gentes, de la propia
comunidad, lo que tú has visto en el altiplano. ¿Quién ha financiado, por
ejemplo, las últimas movilizaciones de medio millón de comunarios aymaras? No
había ninguna ONG, ningún partido. Es el excedente comunal, parte de tu
esfuerzo productivo que lo gastas para generar libertad y organización. El
excedente se puede usar para las fiestas, para las celebraciones, para los
rituales, pero también para generar solidaridad o lucha. Los compañeros del campo y la ciudad
aportaban con comida, tiempo, dinero, que aportaban para desplazarse de una
comunidad a otra.
P: Otros movimientos ejecutan secuestros para financiarse…
AGL: Nosotros tuvimos la política
de jamás secuestrar, porque nosotros lo consideramos un error político
terrible. No puedes obtener ganancias a base del sufrimiento de una persona, a
base de la impotencia de un individuo. Si estás propugnando un levantamiento
social, no puedes hacer uso de la prepotencia y la imposición. Eso siempre lo
hemos descartado.
P: ¿Ustedes fueron terroristas?
AGL: Las clasificaciones son
campos de fuerzas; es decir, con una palabra se pone en juego la legitimidad o
la ilegitimidad. Las palabras no son neutras. El gobierno intentó acusarnos de
terroristas, porque existe un estigma sobre el terrorista.
P: Pero ustedes han realizado voladuras de oleoductos y torres de
distribución eléctrica
RGA: Pero había una serie de
actividades mucho más de base, mucho más importantes quizás, que no trascendían
al nivel público.
AGL: Y pongo este ejemplo: la
movilización de los comunarios de Río Abajo contra el cólera, fue una acción de
masas, sin dinamita, sin piedras. Son movimientos en los cuales el EGTK
participó. Pero esas acciones no fueron difundidas, no era lo que permitía
vender titulares en los periódicos. Las voladuras eran parte de una acción
marginal de entrenamiento, que un grupo
de compañeros comenzó a realizar. El EGTK fue una estructura política y cultural,
y la parte militarizada fue una pequeña parte, pero la más visible y más
estigmatizada por los medios de comunicación.
P: ¿Ustedes pertenecían a esa minoría armada?, ¿o a la que se encargaba de hacer los
panfletos?
AGL: Básicamente a esta última y
en verdad, absolutamente todos los 24 compañeros detenidos se dedicaron a este
tipo de actividad político sindical.
P: ¿Cómo fueron detenidos?
AGL: Gran parte de los compañeros
nuestros estaban viviendo en la ciudad de Cochabamba y en el campo. Entonces,
en uno de nuestros viajes a la ciudad de La Paz fueron detenidos y ello
permitió que la Policía tenga referencias para que, tanto Raquel como yo,
cayéramos presos. Si nos hubiéramos quedado en el campo no nos encontraban
hasta ahorita, porque los servicios de inteligencia de la Policía y las Fuerzas
Armadas no conocen el campo, tienen miedo de ir ahí. Esa es la otra Bolivia,
ahí no funciona el Estado, no funciona el Ejército, o cuando funciona es para
matar, no funciona para servir.
P. ¿Hubo torturas?
AGL: Sí. Hubo torturas que
tuvimos que sufrir. Bueno Raquel y mi persona,
y otros compañeros, especialmente de las minas y del campo, que igual
fueron sometidos a privación de alimentos, descargas eléctricas, intentos de
violación, golpes, colgaduras, imposibilidad de dormir durante una semana.
P: ¿Hay algún momento durante su estadía en la cárcel en que ustedes se arrepienten de lo que
hicieron?
AGL: Arrepentimiento, nunca,
porque Raquel y yo siempre discutíamos, dialogábamos y todo lo que
hacíamos siempre era algo muy pensando.
Nadie nos empujó a hacer lo que hicimos
y viendo en perspectiva, uno dice sí, el horizonte sigue siendo el
mismo. Aquí no hay arrepentimiento de nada y de hecho, hemos salido de la
cárcel, no porque nos hayamos arrepentido, sino porque hemos logrado generar un
movimiento de solidaridad y de respaldo a nuestras demandas.
P. ¿Cómo fue la experiencia de la cárcel?
AGL: Para mí la cárcel sirvió
para leer mucho. Debo haber leído unos 600 libros en cinco años y me ha
permitido elaborar dos textos. Al fin y al cabo tenía como 14 horas de tiempo
libre para dedicarme a mis estudios.
P: ¿Cómo fue su relación de pareja estando en la cárcel, separados?
RGA: Siempre hemos sido unos
esposos bastante anómalos, porque hemos estado participando en miles de luchas,
todo el tiempo, y nunca hemos tenido una vida muy estándar de vivir en común y
tener una casa. Entonces la vida dentro de la cárcel con la separación pues era dura, por supuesto, porque sí, un
año no nos vimos nunca y el siguiente
año nos vimos una hora. Luego se regularizó, había un plan de poder tener
visitas entre cárceles. Podíamos vernos dos veces por mes y así estuvimos otros
tres años.
P: ¿Qué salió mal?
AGL: Nos adelantamos diez años.
Debíamos habernos mantenido haciendo silenciosamente las cosas otros diez años
más.
RGA: El error fue haber empezado
a confundir entre el movimiento general y tu propia organización. Eso empezó a
suceder. Quizás también haber sido muy poco cautelosos en determinadas cosas, ya
en términos más técnicos.
Siempre hemos sido unos esposos
bastante anómalos, porque hemos estado participando en miles de luchas, todo el
tiempo, y nunca hemos tenido una vida muy estándar de vivir en común y tener
una casa. (Raquel Gutiérrez)
Publicado en el periódico Página Siete
http://www.paginasiete.bo/ideas/2014/4/6/anos-despues-dialogo-alvaro-raquel-17987.html
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