martes, 8 de abril de 2014






La historia del EGTK en la voz de sus gestores

17 años después, el diálogo de Álvaro y Raquel*

Fue en el programa Medios y Mediaciones, del canal universitario. Ellos acababan de salir de la cárcel y en el diálogo cuentan la historia del Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). 

Por Sandro D. Velarde Vargas

 




Aquí no hay arrepentimiento de nada y de hecho, hemos salido de la cárcel  no porque nos hayamos arrepentido, sino porque hemos logrado generar un movimiento de solidaridad y de respaldo a nuestras demandas. (Álvaro García Linera)

Álvaro García Linera (AGL) y Raquel Gutiérrez Aguilar (RGA) estudiaron juntos matemáticas en la Universidad Autónoma de México (UNAM). Allí se enamoraron entre sí, pero también de las causas guerrilleras en Centroamérica. Con esas ideas, regresaron a Bolivia: Álvaro a su país, Raquel, al de su nuevo compañero de vida. En el altiplano conocieron a Felipe Quispe,  El Mallku,  y conformaron el Ejército Guerrillero Túpac  Katari (EGTK).

La siguiente entrevista fue hecha a ambos hace 17 años, poco después de que salieron de la cárcel. Fue difundida en el programa  Medios y Mediaciones, del canal universitario. 
 
P. ¿Cómo se conocieron?

RGA: Estudiábamos en la misma universidad. Era la década del 80, un tiempo de mucha efervescencia, sobre todo en América Central. Yo participaba activamente en las campañas de solidaridad con El Salvador. Entonces ahí nos conocimos como estudiantes y en la actividad política de los medios estudiantiles.

P: ¿Cómo se vinculan unos matemáticos con los movimientos sociales?

AGL: Eso es un poco extraño ¿no? El ámbito de la matemática, algo abstracto, y el de la lucha política, que requiere mayor sensibilidad con los hechos prácticos de la sociedad. Tanto ella como yo  hemos buscado cómo integrar esos dos niveles de la reflexión. A la vez, tanto ella como yo  ya traíamos una trayectoria previa de involucramiento en las luchas sociales. Yo salgo bachiller en 1981.

P: ¿De qué colegio?

AGL: Del "San Agustín”, un colegio de padres agustinos. Ya era una época en la cual se había vivido la reconquista de la democracia. Había luchas callejeras, una revitalización de la COB. Yo soy criatura de esa época, una etapa de mucha politización, de un ascenso popular, y eso va a marcar mi trayectoria. Pero, además, no olvides que el 79  vamos a vivir directamente el primer gran cerco aymara de fin de siglo, contra las medidas de Lidia Gueiler. Genaro Flores va a encabezar una gran movilización, entonces eso va a ser para mí muy impactante, va a marcar mi trayectoria intelectual durante los siguientes 20 años.

P: ¿Eran marxistas?

RGA: Sí, básicamente, aunque habíamos tratado de hacer una revisión crítica de muchas experiencias históricas. Habíamos prestado bastante atención a la revolución rusa, la china, la vietnamita, tratando de ir estudiando variantes del marxismo y de las formas de presentación de las reivindicaciones armadas, emprendidas en esos lugares. Entonces éramos  marxistas, pero usábamos el marxismo como herramienta de comprensión de la realidad  y lo enriquecíamos. Teníamos un espíritu bastante abierto.
AGL: Yo vería dos grandes corrientes, que han permitido formar nuestro pensamiento. Uno es el  marxismo, pero no el marxismo  que manejaba gran parte de la izquierda en este país. Siempre la hemos visto con mucho desprecio desde que yo tengo 18 años...

P: Estamos hablando del Partido Comunista…

AGL: El Partido Comunista, el POR, el PS-1, el MIR, toda la fauna de siglas que había en esa época. Yo particularmente las veía con un desprecio memorable por la ignorancia, el esquematismo  y el carácter rígido de ese pensamiento. Es más, yo siento que en Bolivia no ha habido izquierda. A excepción de las obras de Zavaleta, en Bolivia toda la izquierda ha sido nacionalista. Entonces, hubo un esfuerzo permanente mío, desde colegio, de conocer el marxismo. Lo primero que encuentro es que toda la izquierda se había movido bajo un marxismo de manual, de receta. Yo lo vi como una tremenda deficiencia. Por eso es que nunca voy a militar en un grupo de la izquierda oficial. Y cuando regreso de México, junto con otros compañeros, vamos a formar otro grupo. Pero entonces sí reivindicamos, y sigo reivindicando, un marxismo, pero no el de esta izquierda anquilosada, sino un marxismo crítico ante la realidad, que busque permanentemente las condiciones de posibilidad de superar el orden existente a partir de las propias características. Veo a la izquierda incluso en la actualidad como decadente y compuesta por fieles, no por investigadores y luchadores, y he ahí gran parte de los fracasos.
 La otra corriente, en particular para mí, es la corriente del indianismo-katarismo. A través de ésta, que emergió en los años 70,  pude aprender a conocer la parte oculta del país, su parte sustancial, la auténtica, la verdadera, la más fuerte. Además esa parte me permitió  involucrarme en la vida de las mismas comunidades e intentar teorizar, reflexionar sobre sus potencialidades políticas.

P: ¿Cómo se vinculan al EGTK?, ¿cómo es que deciden ser guerrilleros?

AGL: Yo ubicaría al EGTK como la culminación de una gran oleada indígena campesina que nace en los años 70. Primero a nivel cultural, radial, deportivo, sindical, político, electoral. A partir de los 80, los dirigentes y los caudillos del indianismo katarismo van defeccionando, van siendo sobornados por ONG, por partidos. Entonces se da una oleada de indígenas aymaras, miles, que se van radicalizando y eso va a dar lugar a la constitución de una estructura política clandestina que va a ser el EGTK.
RGA: Hay además una larga experiencia organizativa mucho antes del EGTK. Desde el año 84 teníamos dos líneas muy claras: por un lado en las minas  y por otro lado, con los grupos que venían de Movimiento Indio Túpac  Katari (MITKA). Se consolidan dos grandes bloques que era lo que se llamó la "Ofensiva Roja”, un grupo interesante de discusión y propaganda política. Era un grupo con presencia pública en eventos, a nivel sindical, a nivel de masas y trabajaba mucho en difusión de ideas. Entonces fueron varios años, cinco o seis años de trabajo arduo en minas, aunque eso se erosiona después del decreto 21060 por la relocalización. Además hay un trabajo con los "ayllus kataristas” y después: "ayllus rojos”. Era un trabajo de difusión y organización amplio y previo al EGTK.

AGL: Quisiera aclarar lo que decía. El EGTK no fue ni básica  ni fundamentalmente una organización militar. 

La parte armada, clandestina, fue un elemento, pero en medio de otra serie de actividades. Cuando uno se refiere al EGTK tiene que hablar de actividades de participación en los congresos campesinos, mineros, de la COB, en la elaboración de textos, de documentos, miles de folletos, decenas de libros. En esa época Raquel escribió dos libros, Felipe Quispe, dos; yo dos o tres libros. También es una estructura de propaganda y de actividad sindical en el campo. La inmensa mayoría de los activistas del EGTK van a recorrer las comunidades haciendo cursillos, preparando sindicalmente a las personas, fortaleciendo la estructura comunal, especialmente en el altiplano paceño, el Norte Potosí y las zonas campesinas en Sucre. Una parte va a comenzar a entrar a Cochabamba, hasta Tapacarí, Arque, Bolívar y el Chapare.
P: ¿Cuándo surge la relación con Felipe Quispe Huanca?
RGA: Muy temprano, en el 84.
AGL: A partir de él, nosotros vamos a poder acercarnos a las comunidades. Va a ser un aprendizaje mutuo. Él se va a incorporar al trabajo obrero y minero que teníamos abierto nosotros desde el 83 y,  por ejemplo, ha participado en la marcha por la vida con los mineros. Ha dado cursos en las minas: Siglo XX, Catavi, Bolívar, Caracoles, cargando su video y sus folletos para dar cursos de sindicalismo. Pero cuando hay un debilitamiento del movimiento minero por el 21060, él nos lleva a las comunidades, que él conocía muy bien. Entonces nos va a enseñar a conocer, a caminar, a entender este mundo.

P: ¿Estaban preparando la lucha armada?

RGA: Lo veíamos como una preparación para un levantamiento general. Sentíamos que no era posible que continuaran perviviendo esas estructuras de opresión colonial, esas formas de extracción de excedentes.

P: ¿Qué tipo de levantamiento?

RGA: Nos imaginábamos que a través de esta red de politización tan integral en términos de difusión y de organización  podíamos tener un levantamiento de las comunidades, donde se tomará el territorio y se desconociera el otro poder.

 P: Pero para tomar territorio, hay que tener armas.
 
AGL: Nuestros modelos eran Túpac Katari y Zárate Villca. No pensábamos en un grupo de compañeros bien intencionados, que van a organizar a la gente para arrastrarla tras un ejército. No. Nuestro modelo era una gran sublevación indígena de comunidades, hombres, mujeres, abuelos, niños que asumen el control territorial, toman el poder local, extienden sus redes a nivel departamental, cercan la ciudad  y toman el poder, apoyados por el movimiento obrero y popular organizado. Esa siempre fue nuestra intención. Y entonces el EGTK  no buscaba conducir esa movilización, sino reforzar, preparar, promover  y difundir la necesidad de la rebelión, con la posibilidad de que quienes ejercieran el poder político fueran los propios comunarios y comunarias, a través de sus estructuras organizativas: los sindicatos y los ayllus.



P: ¿Hubo preparación táctica militar?

AGL: La hubo, pero con medios muy rudimentarios. Jamás pedimos limosna al extranjero. Nunca se pidió ayuda ni se tuvo vínculos con otras organizaciones armadas en Latinoamérica, porque sentíamos que su pensamiento, su estrategia, no coincidía con lo que aquí pensábamos hacer. Veíamos ahí un vanguardismo exagerado.

P: ¿Cómo se financiaban?

AGL: Varias vías. En primer lugar: el gasto del excedente autónomo de las propias gentes, de la propia comunidad, lo que tú has visto en el altiplano. ¿Quién ha financiado, por ejemplo, las últimas movilizaciones de medio millón de comunarios aymaras? No había ninguna ONG, ningún partido. Es el excedente comunal, parte de tu esfuerzo productivo que lo gastas para generar libertad y organización. El excedente se puede usar para las fiestas, para las celebraciones, para los rituales, pero también para generar solidaridad o lucha.  Los compañeros del campo y la ciudad aportaban con comida, tiempo, dinero, que aportaban para desplazarse de una comunidad a otra.

P: Otros movimientos ejecutan secuestros para financiarse…

AGL: Nosotros tuvimos la política de jamás secuestrar, porque nosotros lo consideramos un error político terrible. No puedes obtener ganancias a base del sufrimiento de una persona, a base de la impotencia de un individuo. Si estás propugnando un levantamiento social, no puedes hacer uso de la prepotencia y la imposición. Eso siempre lo hemos descartado.

P: ¿Ustedes fueron terroristas?

AGL: Las clasificaciones son campos de fuerzas; es decir, con una palabra se pone en juego la legitimidad o la ilegitimidad. Las palabras no son neutras. El gobierno intentó acusarnos de terroristas, porque existe un estigma sobre el terrorista.

 P: Pero ustedes han realizado voladuras de oleoductos y torres de distribución eléctrica

RGA: Pero había una serie de actividades mucho más de base, mucho más importantes quizás, que no trascendían al nivel público.
AGL: Y pongo este ejemplo: la movilización de los comunarios de Río Abajo contra el cólera, fue una acción de masas, sin dinamita, sin piedras. Son movimientos en los cuales el EGTK participó. Pero esas acciones no fueron difundidas, no era lo que permitía vender titulares en los periódicos. Las voladuras eran parte de una acción marginal de entrenamiento,  que un grupo de compañeros comenzó a realizar. El EGTK fue una estructura política y cultural, y la parte militarizada fue una pequeña parte, pero la más visible y más estigmatizada por los medios de comunicación.

P: ¿Ustedes pertenecían a esa minoría armada?,  ¿o a la que se encargaba de hacer los panfletos?

AGL: Básicamente a esta última y en verdad, absolutamente todos los 24 compañeros detenidos se dedicaron a este tipo de actividad político sindical.

P: ¿Cómo fueron detenidos?

AGL: Gran parte de los compañeros nuestros estaban viviendo en la ciudad de Cochabamba y en el campo. Entonces, en uno de nuestros viajes a la ciudad de La Paz fueron detenidos y ello permitió que la Policía tenga referencias para que, tanto Raquel como yo, cayéramos presos. Si nos hubiéramos quedado en el campo no nos encontraban hasta ahorita, porque los servicios de inteligencia de la Policía y las Fuerzas Armadas no conocen el campo, tienen miedo de ir ahí. Esa es la otra Bolivia, ahí no funciona el Estado, no funciona el Ejército, o cuando funciona es para matar, no funciona para servir.

P. ¿Hubo torturas?

AGL: Sí. Hubo torturas que tuvimos que sufrir. Bueno Raquel y mi persona,  y otros compañeros, especialmente de las minas y del campo, que igual fueron sometidos a privación de alimentos, descargas eléctricas, intentos de violación, golpes, colgaduras, imposibilidad de dormir durante una semana.

P: ¿Hay algún momento durante su estadía en la cárcel  en que ustedes se arrepienten de lo que hicieron?

AGL: Arrepentimiento, nunca, porque Raquel y yo siempre discutíamos, dialogábamos y todo lo que hacíamos  siempre era algo muy pensando. Nadie nos empujó a hacer lo que hicimos  y viendo en perspectiva, uno dice sí, el horizonte sigue siendo el mismo. Aquí no hay arrepentimiento de nada y de hecho, hemos salido de la cárcel, no porque nos hayamos arrepentido, sino porque hemos logrado generar un movimiento de solidaridad y de respaldo a nuestras demandas.

P. ¿Cómo fue la experiencia de la cárcel?

AGL: Para mí la cárcel sirvió para leer mucho. Debo haber leído unos 600 libros en cinco años y me ha permitido elaborar dos textos. Al fin y al cabo tenía como 14 horas de tiempo libre para dedicarme a mis estudios. 

P: ¿Cómo fue su relación de pareja estando en la cárcel, separados?

RGA: Siempre hemos sido unos esposos bastante anómalos, porque hemos estado participando en miles de luchas, todo el tiempo, y nunca hemos tenido una vida muy estándar de vivir en común y tener una casa. Entonces la vida dentro de la cárcel con la separación  pues era dura, por supuesto, porque sí, un año no nos vimos nunca  y el siguiente año nos vimos una hora. Luego se regularizó, había un plan de poder tener visitas entre cárceles. Podíamos vernos dos veces por mes y así estuvimos otros tres años.

P: ¿Qué salió mal?

AGL: Nos adelantamos diez años. Debíamos habernos mantenido haciendo silenciosamente las cosas otros diez años más.
RGA: El error fue haber empezado a confundir entre el movimiento general y tu propia organización. Eso empezó a suceder.  Quizás también haber sido  muy poco cautelosos en determinadas cosas, ya en términos más técnicos.

Siempre hemos sido unos esposos bastante anómalos, porque hemos estado participando en miles de luchas, todo el tiempo, y nunca hemos tenido una vida muy estándar de vivir en común y tener una casa. (Raquel Gutiérrez)

Publicado en el periódico Página Siete
http://www.paginasiete.bo/ideas/2014/4/6/anos-despues-dialogo-alvaro-raquel-17987.html